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jueves, 10 de noviembre de 2011

El tiempo

No lo controlamos, siempre nos hace falta y  segundo perdido no se recupera.

Ser puntual es una muestra de responsabilidad y de respeto hacia las otras personas. Me siento ofendido cuando me hacen esperar en una reunión, a la cual llegué puntual, pero me ofende más cuando era una reunión concertada con anticipación.

Una vez, programé con un cliente una reunión de trabajo de una hora para el día siguiente. Quince minutos antes de la llamé para confirmar la reunión, porque los imprevistos existen,  además tenía otros asuntos que atender al finalizar la reunión. Al llegar a la oficina del cliente, me dicen que espere porque está ocupado, luego de esperar 20 minutos me veo tentado a decirle a la recepcionista que me disculpe con el cliente, pero debía que irme, no lo hice. Después de 10 minutos más por fin me atienden. Al finalizar la reunión tuve que acudir a mis otros asuntos con media hora de retraso.

Si yo llegué puntual a la cita fue precisamente para respetar el tiempo del cliente y para demostrar responsabilidad.

¿Por qué no me fui? El negocio me interesaba y era posible que realmente el cliente estuviera atendiendo algo muy importante que justificaría la espera.

Al final el negocio no se concretó, pero creo que fue lo mejor, porque si el cliente no pudo respetar mi tiempo no creo que pudiera respetar mi trabajo.

Algunos podrán pensar que mi actitud es arrogante, que soy egocéntrico, que me la doy del importante, etc. No es mi intención, pero creo que es bueno crear una cultura de respeto del tiempo (puntualidad).

Insto a todos a cultivar la puntualidad entre nuestras cualidades, porque nosotros mismo seremos los beneficiados.

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