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jueves, 27 de enero de 2011

Glorifica al Señor con tu trabajo

Efesios 6, 5-8: "Siervos, obedezcan a sus patrones de este mundo con respeto y responsabilidad, con corazón sincero, como quien obedece a Cristo. No se fijen en si son vigilados o si ganarán consideración, pues ustedes son siervos de Cristo que hacen con gusto la voluntad de Dios. Hagan su trabajo con empeño, por el Señor y no por los hombres, sabiendo que el Señor retribuirá a cada uno según el bien que haya hecho, sea siervo o sea libre."

Algo que siempre he considerado bien difícil de realizar, es llevar la palabra de Dios a mi lugar de trabajo.

Pero el pasaje en la carta de San Pablo a los Efesios me anima entregar mi trabajo al Señor, porque mostrando disposición y entrega al trabajo, regalando una sonrisa y atención a los compañeros de trabajo, son muestra del Amor del Señor que puede llegar a ellos a través de mí.

Regalar una sonrisa al saludar ayuda a tener un mejor día y más cuando se trata de alguien con la cual no has podido llevarte bien; o simplemente escuchar atentamente aún cuando ya tenías una opinión, repuesta o solución con tan solo con la primera frase.

La anécdota a continuación me motivó a escribir este artículo.

Un señor campesino tenía serios problemas de comunicación desde su finca, para poder utilizar su teléfono móvil, tenía que caminar alrededor de su finca hasta poder encontrar un punto donde su móvil lograra tener una buena recepción de la señal.

Un día un yerno llego a la finca a realizar una prueba con una unidad fija de telefonía celular que recién había adquirido, la señal era perfectamente captada desde la casa, no había que recorrer toda la finca. Convencidos que una unidad fija era la solución a los problemas de comunicación del señor, procedieron a contactar a  un vendedor de la empresa de telefonía para adquirir una unida fija.

Después de superar los problemas para conciliar una cita con el vendedor y de realizar los pagos respectivos, debían esperar por el equipo ya configurado; pero la venta representaba una comisión extremadamente baja, lo cual no compensaba los gastos de tiempo y transporte del vendedor, quien se tomo con mucha paciencia la entrega de la unidad fija.

Como era de esperarse el señor al no recibir su unida fija en el tiempo estipulado, empieza a llamar insistentemente con la ayuda de su yerno al vendedor, obviamente esto le resulta desesperante así que decide agilizar los trámites para quitarse la presión.

El vendedor camino a su casa, después de haber entregado la unidad fija, tranquilo por haber cumplido su objetivo "librarse del cliente exigente", recibe una llamada del mismo, la cual contesta de mala gana, pero para su sorpresa el cliente le dijo "estoy agradecido con el señor porque me lo puso a usted para resolver mi problema de comunicación, esto para mi es una bendición, muchísima gracias por su ayuda, ahora ya podré comunicarme con mi familia en la ciudad".

Para mi esta anécdota me inspira a entregar mi trabajo al Señor Jesucristo, porque por muy sencillo o insignificante que sea lo hecho, debo hacerlo con un espíritu de servicio, el cual solo puede conseguirse al estar en comunión con  Jesús.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Conozco muy bien la anecdota. Y ciertamente a veces podemos ayudar tanto a los demas simplemente haciendo nuestro trabajo eficientemente. Hare mi mayor esfuerzo por no quejarme tanto por mis salidas tardes que al final son de mucho beneficio para mis compañeros. Gracias x el mensaje. Fue muy enriquecedor.